viernes, 4 de julio de 2014

Me dijeron que no mintiera


Me dijeron que no mintiera,
que la mentira no está bien vista,
que hay que ir con la verdad por delante
y con las palmas de las manos abiertas.

Me dijeron que no falsificara la verdad,
y mostré mis palmas sin señal,
inmaculadas, y en mi boca una mueca
y en mis ojos la tarde limpia.
También he aprendido
que el día oscurece las ideas
y las noches las vuelve falsamente perfectas.

Me han narrado cuentos
donde las brujas destruyen la inocencia,
las hadas embaucan con canciones
y los príncipes son hombres de cartón y guirnaldas.
Los monstruos comen princesas
y los caballeros las rescatan.

También  he aprendido que son fábulas
donde  la mentira se hace verdad
y la verdad medianamente falsa.

Sé también que con la mentira se paga
grandes favores a grandes señores
y con la verdad poco se gana.
Todo, dice el poeta, que tiene su precio,
hasta la poesía falsa.
La mentira acuña grandes monedas,
la verdad calderilla falsaria
y por ello, si me dijeron que no mintiera, 
termino con  un verso de rima inexacta. 

miércoles, 2 de julio de 2014

Las cuencas de tus ojos

Nada fue en el origen.
Todo fue futuro.
Ella sólo pudo palpar la esperanza.

Y vendrá el invierno cuando tú no estés
agazapado en los recuerdos
con un ronroneo de mil gatos.
Después me pedirás nuestra memoria
para llevártela cosida a tu piel,
y yo te olvidaré cada mañana
cuando el día nazca detrás de las colinas de mis años.

Contaban con la noche
en el filo angosto de la acera de tu calle
cuando pregunté por tu nombre.
Después me paré ante ti con los brazos abiertos de par en par
y como un terremoto 
el día nació en las cuencas de tus ojos
y tu mirada se desparramó por mi cuerpo absorto.

Llegó la noche a la calle de tu frente
como un fugaz cometa
y quedé tranquilo 
cuando el amanecer volvió tu rostro para decirme adiós.

martes, 1 de julio de 2014

Tu imagen olvidada


Horas teñidas de salitre traen espuma de deseo,
en una tarde de julio,
humedecen la esquina de tu cuerpo.
Baten como una ventisca agridulce
tu imagen e hiende el amargo tedio
que me queda al final del atardecer velado
de esta espera de gris velo.

Horas de duermevela han fabricado
en el filo agreste de mi vida
tu imagen inequívoca del espejo arrinconado
de mi memoria,
y allí, escondida del olvido,
la recuerdo en este estío que carcome con lentitud ácida
las etapas nocturnas de balcones cerrados,
de faroles taciturnos,
de calles desiertas de ambiciones
de ventanas apagadas
y de pasos mudos.

Luces sin existencia
que no tienen necesidad de alumbrar cuerpos.
Luces que me recuerdan
como un fogonazo inmenso 
tu imagen olvidada en un recodo de mi cerebro.