Me dijeron que no mintiera
Me dijeron que no mintiera,
que la mentira no está bien vista,
que hay que ir con la verdad por delante
y con las palmas de las manos abiertas.
Me dijeron que no falsificara la verdad,
y mostré mis palmas sin señal,
inmaculadas, y en mi boca una mueca
y en mis ojos la tarde limpia.
También he aprendido
que el día oscurece las ideas
y las noches las vuelve falsamente perfectas.
Me han narrado cuentos
donde las brujas destruyen la inocencia,
las hadas embaucan con canciones
y los príncipes son hombres de cartón y guirnaldas.
Los monstruos comen princesas
y los caballeros las rescatan.
También he aprendido
que son fábulas
donde la mentira
se hace verdad
y la verdad medianamente falsa.
Sé también que con la mentira se paga
grandes favores a grandes señores
y con la verdad poco se gana.
Todo, dice el poeta, que tiene su precio,
hasta la poesía falsa.
La mentira acuña grandes monedas,
la verdad calderilla falsaria
y por ello, si me dijeron que no mintiera,
termino con un
verso de rima inexacta.