miércoles, 25 de junio de 2014

El telón del mundo

Tendido en la cuneta apartada
de un camino cualquiera,
de una niñez convertida
en vida ciega,
he presenciado la locura del mundo.

He trazado imaginariamente el telón ajironado
de la obra del hombre
y los jirones de su prestigio
se me han ido desgajando
en mis horas perdidas
por las rendijas de mis manos
y en las esperas obstinadas
he coleccionado agrias heridas.

En ese sur cadente
de suras y letanías,
de versículos penitentes
he esperado en vano a los elementos
de esta tierra aún inacabada,
donde el hombre pregona en silencio
la insensatez con mudas palabras.

En ese sur adverso
he visto los ojos más abiertos y desprotegidos,
profundos y negros como la negrura de la noche,
negrura inmensa y atrayente 
que no entiende de mentiras amontonadas,
de peligros ocultos,
de tiroteadas fachadas
ni de caminos muertos
ni de figuras marcadas
por el último disparo al otro lado de la frontera,
paisaje grabado en las fachadas
de cada casa sin puertas, ni tejados,
ni ventanas…

Telón agreste de paisajes que se dibujan
a pinceladas de gritos
y a golpes de amargura.
Son cuadros de humos que se forjan
en el cañón de una pistola
encintada a una mano dura.
¿Cuántos años de esperas, 
de adioses perdidos y de apreturas?


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