El telón del mundo
Tendido en la
cuneta apartada
de un camino
cualquiera,
de una niñez
convertida
en vida ciega,
he presenciado la
locura del mundo.
He trazado
imaginariamente el telón ajironado
de la obra del
hombre
y los jirones de su
prestigio
se me han ido
desgajando
en mis horas
perdidas
por las rendijas de
mis manos
y en las esperas obstinadas
he coleccionado agrias
heridas.
En ese sur cadente
de suras y
letanías,
de versículos
penitentes
he esperado en vano
a los elementos
de esta tierra aún
inacabada,
donde el hombre pregona
en silencio
la insensatez con
mudas palabras.
En ese sur adverso
he visto los ojos
más abiertos y desprotegidos,
profundos y negros
como la negrura de la noche,
negrura inmensa y
atrayente
que no entiende de
mentiras amontonadas,
de peligros
ocultos,
de tiroteadas
fachadas
ni de caminos
muertos
ni de figuras
marcadas
por el último
disparo al otro lado de la frontera,
paisaje grabado en
las fachadas
de cada casa sin
puertas, ni tejados,
ni ventanas…
Telón agreste de paisajes
que se dibujan
a pinceladas de gritos
y a golpes de
amargura.
Son cuadros de
humos que se forjan
en el cañón de una
pistola
encintada a una
mano dura.
¿Cuántos años de
esperas,
de adioses perdidos
y de apreturas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario