Ojos negros de
niñez
Me llaman con el
corazón desprotegido.
Me gritan como un
bosque talado.
Me suplican como
una madre sin hijo.
Me adoran como un
dios alado.
Frente tengo a esa
tierra
saciada de odios,
desprovista de
ternura,
a un lado las
lágrimas secas
y al otro,
gargantas mudas.
Oigo tu llamada,
escucho tu silencio
y atiendo a tu
llanto callado del alba.
Y así me miras con
ojos negros,
negrura inmensa que
me observas,
negrura que me humanizas,
negrura que mi
sangre bebas.
Ojos de niñez
eterna,
ojos de madre
acogedora,
ojos de tierra
adentro
que cabalgas por mi
memoria.
Tú no entiendes de
consejos,
de peligros
ocultos,
de mentiras
guardadas,
de desiertos al
otro lado de la montaña.
Tú solo me
miras
con necesidad
humana.
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